
En todas las profesiones, como en todos los oficios, hay personas con una sólida preparación, experiencia y ética… y también hay quienes, sin tener ni lo uno ni lo otro, ejercen como si la tuvieran. A esta práctica se le conoce como intrusismo laboral, y aunque muchas veces pasa desapercibida, puede tener efectos devastadores en las empresas, especialmente cuando viene desde dentro, impulsada por decisiones mal pensadas desde la dirección.
Hoy queremos reflexionar sobre este fenómeno desde una perspectiva realista, práctica y con el ánimo de ayudar a construir entornos laborales más justos y profesionales.
¿Qué es el intrusismo laboral?
El intrusismo laboral ocurre cuando una persona ejerce una función profesional sin contar con la formación, experiencia o acreditación necesaria. En algunos campos, como la medicina o el derecho, esta práctica es incluso un delito. En otros, como Recursos Humanos, Administración, Contabilidad, Seguridad e Higiene, Patrimonial, Sistemas o Comunicación, aunque no siempre está regulada por ley, sí puede provocar daños graves a personas, procesos y a la cultura organizacional.
¿Cómo se manifiesta?
El intrusismo laboral puede surgir de dos formas:
1. Por iniciativa personal
Cuando alguien asume o se autoproclama como profesional en un área sin serlo. Por ejemplo:
- Un “coach” que no tiene preparación formal.
- Un “experto en TI” que solo sabe instalar programas.
- Un “encargado de RH” que solo gestiona la nómina pero toma decisiones sobre despidos sin sustento legal o ético.
2. Por asignación desde la jefatura
Este es quizás el más común y silencioso. Ocurre cuando un jefe, dueño o directivo asigna a alguien no calificado a un puesto clave, por confianza, afinidad personal o simplemente por desconocimiento del perfil necesario.
Y no menos importante: porque les “sale más barato”.
Muchas veces, la decisión se basa en la falsa creencia de que un profesional bien preparado cuesta demasiado, o que el puesto “no justifica” pagar ese salario. Se asume que “alguien del equipo puede hacer eso mismo” sin que implique una inversión adicional. Así, el ahorro inmediato se prioriza por encima de la calidad, la ética o el impacto a largo plazo.
El resultado: se coloca a una persona sin el perfil adecuado en una función crítica, con una remuneración menor, pero con una carga de responsabilidad para la que no está preparada.
Aquí es donde el problema se agrava, porque la organización institucionaliza la improvisación.
Las consecuencias del intrusismo laboral
Consecuencia | Impacto |
---|---|
Malas decisiones | Procesos laborales incorrectos, sanciones, pérdida de talento. |
Desmotivación interna | Profesionales bien formados que ven que su preparación no vale. |
Cultura informal | Se normaliza la improvisación y se desacredita el conocimiento técnico. |
Riesgo legal | Multas, demandas o problemas fiscales por acciones mal ejecutadas. |
Reputación afectada | La imagen del área se ve dañada, incluso cuando hay profesionales capaces en el equipo. |
Generalización negativa… y legitimidad percibida
Una de las consecuencias más comunes —y peligrosas— del intrusismo laboral es la generalización negativa. Cuando alguien tiene una mala experiencia con uno de estos elementos, difícilmente hace una distinción técnica. Lo usual es decir:
“Los de Recursos Humanos no sirven.”
“El área de TI nunca resuelve.”
“Todos los contadores se equivocan.”
Así, los errores de unos cuantos acaban manchando la imagen de toda la profesión, aunque haya personas con ética, preparación y compromiso.
Pero también ocurre el efecto contrario, que no es menos problemático:
Cuando alguien dentro de la empresa ve a esa persona (improvisada) como legítima, simplemente porque ocupa un puesto formal.
En otras palabras:
“El jefe la nombró, entonces debe saber.”
“Si está a cargo, es porque tiene preparación.”
“Por algo está en esa área, debe resolver.”
Esto provoca una paradoja muy grave:
- Se espera profesionalismo de alguien que no fue preparado para eso.
- Se exige rendimiento sin haberle dado herramientas.
- Se mide con criterios técnicos a quien solo fue puesto ahí por confianza.
Y cuando esa persona falla, la culpa recae en ella y en el área completa, no en el proceso fallido de selección.
El error de pensar que “ya aprenderá en el puesto”
Una creencia común entre jefes es que poner a alguien en un puesto lo convierte automáticamente en experto. Como si el cargo viniera con superpoderes incluidos.
Esto se da especialmente en puestos que se consideran “de trámite” o “de relleno”, como Recursos Humanos, Comunicación Interna, Administración o Sistemas. Pero todos sabemos que no hay puestos menores cuando se trata de sostener una organización funcional y humana.
Además, esta mentalidad suele ir acompañada de frases como:
“A mí nadie me enseñó el trabajo, él debe ver cómo le hace.”
Esta afirmación, lejos de ser una muestra de fortaleza, refleja una cultura de abandono disfrazada de mérito. Como si el sufrimiento o el aislamiento fueran pruebas de profesionalismo. Lo cierto es que nadie debería tener que sobrevivir en un puesto para aprenderlo. Formar y acompañar a una persona en su desarrollo no es un lujo, es una responsabilidad de quien lidera.
Nombrar a alguien sin el perfil adecuado no solo es irresponsable, es peligroso. Porque cuando esa persona comete un error, la culpa no es suya del todo… sino de quien la colocó sin prepararla.
El espejismo del “buen elemento”: validación interna, choque externo
En muchas organizaciones, cuando alguien colocado “a dedo” realiza tareas básicas con buen ánimo y disposición, el jefe o la dirección suelen considerarlo un excelente elemento. No porque tenga el perfil técnico adecuado, sino porque cumple lo que el jefe espera (aunque esas expectativas estén por debajo del estándar profesional).
Esto crea un espejismo peligroso:
- La persona recibe reconocimiento y confianza.
- Asume que su desempeño es excepcional.
- Nadie le hace ver que su nivel no es competitivo en el mundo real.
- Se siente validada… sin haber pasado una verdadera validación profesional.
¿Qué pasa cuando esa persona busca crecer o migrar?
Cuando, por necesidad o por decisión propia, esa persona decide cambiar de puesto o de empresa:
- No pasa las entrevistas.
- No sabe justificar sus logros de forma técnica.
- No tiene claridad sobre procesos estándar del área que “dirigía”.
- No entiende por qué le exigen cosas que “nunca tuvo que hacer”.
Esto genera:
- Confusión personal (“¿por qué allá no me reconocen como acá?”)
- Desmotivación (“me piden cosas imposibles, no es justo”)
- Resentimiento laboral (“no valoran mi experiencia, son elitistas”)
Y se complica aún más cuando:
- La persona ya tiene muchos años en el mismo puesto.
- Su edad o situación personal la hace menos flexible al cambio.
- No reconoce que su entorno anterior la protegía de la realidad profesional.
¿Cómo enfrentar este fenómeno?
En Cumulos MX creemos que hay caminos claros para profesionalizar las funciones en cualquier organización:
- Definir claramente los perfiles de puesto basados en competencias, no en confianza personal.
- Separar el concepto de lealtad del de idoneidad. Se puede confiar en alguien y reconocer que aún no está preparado.
- Dar retroalimentación honesta, aunque sea incómoda.
- Evaluar el desempeño con criterios reales, no con base en la percepción del jefe.
- Ofrecer formación desde el inicio, no después del error.
- Promover certificaciones y formación formal en áreas como Recursos Humanos, Finanzas, TI, Seguridad, entre otras.
- Sensibilizar a líderes y empresarios sobre el valor real de cada función.
El intrusismo laboral no siempre se nota… hasta que ya es tarde.
No siempre se comete por mala fe… pero siempre deja huella.
Y muchas veces no lo comete quien se postula, sino quien lo nombra.
El verdadero profesional no solo debe tener un título, sino también la humildad de prepararse continuamente.
Y el verdadero líder no improvisa con el talento, lo desarrolla con criterio.
Validar por afinidad no es desarrollar talento.
Y no preparar al colaborador hoy, es ponerlo en riesgo mañana.
¿Has visto este fenómeno en tu empresa? ¿Alguna vez te ha tocado vivirlo o remediarlo?
Cuéntanos tu experiencia en los comentarios. En Cumulos MX creemos en crear culturas laborales más éticas, más conscientes y mejor preparadas.