
¿Somos el obstáculo del desarrollo?
Para poder llevar nuestro negocio a un nivel superior nos debemos rodear de personas que tengan las competencias, experiencia e ideas que nuestro proyecto requiere a quien llamare “Agente del cambio”, sin embargo, nuestra propia falta de experiencia o de conocimiento nos puede poner en una posición donde seamos el obstáculo para que estos elementos no puedan cumplir con el objetivo para el cual fueron contratados.
Hay que tomar en cuenta que el factor humano es impredecible y podemos caer en trampas al momento de dar atención al mismo. Si el Agente del cambio busca implementar controles, reglas o procesos es muy común que un gran numero de las personas no se sientan cómodos, incluso puedan generar sentimientos de resistencia al cambio. Normalmente son personas que han estado con nosotros desde mucho tiempo atrás o su trabajo nos satisface de alguna forma, al verlos inquietos o molestos inmediatamente responsabilizamos a lo nuevo, al elemento que genera cambios. Anteponemos el lado sentimental al sentido común.
Por lo anterior, empezamos a limitar el campo de acción del Agente del cambio y seguimos esperando que las metas se cumplan, además de recibir retroalimentaciones de los elementos inconformes los cuales buscan que el cambio no se de, pues están cómodos en su zona de confort. Al final, quedamos desilusionados por no lograr las metas y con la idea que el cambio no es posible.
Para tratar de explicar este punto, les comparto una fabula de mi autoría que he usado para aclarar este tema.
El lobo enjaulado
Los invito a que se permitan usar un poco su imaginación y vayamos a un poblado mexicano allá por 1700, en una época y lugar donde los animales y los humanos vivían en armonía, compartían lenguaje y tenían objetivos comunes. En ese tiempo el poblado estaba siendo asediado por un grupo de tlacuaches que robaban el grano que los habitantes del poblado guardaban.
Al verse rebasados por estos intrusos pidieron apoyo al mejor cazador de la zona, a un poderoso y leal lobo. El lobo y el patriarca del pueblo llegaron a un acuerdo y el lobo accedió a prevenir que los tlacuaches roben el grano, para esto el lobo comenzó a cuidar los alrededores del almacén y gracias a esto los tlacuaches ladrones no podían tomar su tan preciado botín. Esto alegraba tanto a los habitantes del poblado que incluso le hicieron un albergue muy acogedor y regalaban parte de sus presas al lobo, era armonía y agradecimiento por ambas partes.
Pero no todo es eterno
Poco tiempo paso, los robos ya eran cosa del pasado y la presencia del lobo parecía ser innecesaria. Durante los recorridos del lobo algunos habitantes se asustaban por su presencia y de inmediato reportaron esto al patriarca, indicándole que el lobo era una carga y que era innecesaria su presencia. El patriarca sabia que estaba en deuda con el lobo y no lo podía despacharlo, así que dialogo con el lobo y a regañadientes este accedió que fuera amarrado para complacer a los habitantes.
No paso mucho tiempo para que los tlacuaches encontraran un medio para volver a robar, un Xoloitzcuintle que vivía en el poblado empezó a expresar su descontento por el lobo indicando que el puede ser mejor el trabajo del lobo, algo contradictorio pues el no pudo alejar a un solo tlacuache en su momento. Esto genero una molestia al patriarca pues no entendía que pasaba con el lobo, pues todo parecía ir mal pues al inicio el lobo se alimentaba por si mismo y ahora se le debe alimentar y hasta limpiar su área, esto comenzó a ser molesto para todos. Cierto día, un pequeño niño se tropezó cerca del lobo, este trato de ayudarlo pero el Xoloitzcuintle, quien vio lo que había pasado, dio la falsa alerta que el lobo había atacado al niño, para tratar de deshacerse de el. Por el miedo a lo que pudo suceder se enjaulo al lobo.
Todo mal
Parecía que la “ineficiencia” del lobo no tenia limites, ¿Qué había pasado con el lobo qué había llegado hace unos pocos meses? ¿Porqué ahora era una carga para todos? ahora se le debía alimentar contantemente y limpiar su jaula. ¿Qué cambio? se preguntaba el patriarca, ahora las quejas acerca del lobo eran una constante diaria y que decir de la molestia de los habitantes por su presencia y el riesgo que era dejarlo libre, los robos se reanudaron, el Xoloitzcuintle insista en que el podía hacer el trabajo del lobo y recalcaba la “pésima” idea de hacer el tratos con un ser tan nefasto.
Al final el patriarca sacrifico al lobo que le había sido fiel, los tlacuaches regresaron a robar todo lo que podían, el Xoloitzcuintle culpaba de sus fracasos al finado lobo, al final el patriarca entendió su error, debió dejar al lobo hacer su trabajo y apoyarlo. Busco la ayuda de otro lobo, pero ninguno quería apoyarlo pues fue de todos conocido el final de su compañero. El poblado poco a poco cayo en la miseria, la comida escaseo, los habitantes migraron, hasta el Xoloitzcuintle se fue a otro poblado en donde contaba como el pueblo fue un ingrato con el leal lobo.
¿Ya tienes un lobo?
¿En tu empresa tienes ya un lobo?, ¿lo dejas cuidar, ya lo amarraste o lo encerraste?, ¿ya lo sacrificaste? mantente alerta, ve los cambios y cuida los detalles, no todos los lobos son leales, es un hecho, pero si tienes un lobo que te apoya, permítele hacer su trabajo. El cambio no es recibido bien por todos pero es necesario, no caigas en este error, revisa si el agente del cambio esta realmente haciendo su trabajo o no, pero no des toda tu credibilidad a los comentarios realizados por aquellos que es muy posible que no quieran cambiar.
“Recuerda que tu eres el capitán del barco y tu sabes el rumbo a seguir.”
Rogelio A. Mariano